domingo, 16 de agosto de 2015

Características de las manifestaciones folclóricas

Cada uno de estos tipos de folklore presenta manifestaciones que deben cumplir con cinco características.  Ramírez (1986) en su libro Folclor Costarricense las describe en los siguientes párrafos.

Anonimato:

Lo primero que debe acompañar a una manifestación social o popular, para que sea folklórica, es la condición de Anonimato.  Es decir, para que se involucre su estudio entre lo que es Folklore, es que se ignore el nombre de quien la hizo o que se desconozca a ciencia cierta, quién la instituyó.  Si de algo que se cuenta, se conoce su fuente de origen o su autor, deja de ser anónimo y por ende deja de ser folklórico.  Serán manifestaciones típicas y hasta que el paso de los años borre el origen y procedencia, tendrá la condición de tal.

Antiguedad:

En segundo lugar, para que algo sea motivación folklórica, debe tener la condición de antiguo, sin fijación de tiempo, es decir, que nadie sabe cuándo se originó.  Ejemplo de manifestaciones son el uso del PILON, el ESPEQUE, el arado de punta de piedra y el de madera y muchas cosas que surgieron sin ubicación de tiempo.

Funcionalidad:

En tercer lugar, toda manifestación popular para que sea folklórica, debe ser funcional.  Es decir, que se creó aquello, no por gusto, sino porque se necesitaba y era de urgente necesidad para el individuo o la comunidad.  Otros artefactos, entre muchos, ejemplarizan: el pilón, para descascarar granos; la canoa para guardar víveres; el moledero para hacer las faenas de la cocina; los tinamastes con el "anesquezado" de ceniza para la cocina; la piedra de moler o el metate, para la masa, el cacao o el café, amén del maíz pujagua; la nimbuera y las tinajas para recipientes de agua; el guacal y las jícaras, para comer o tomar alimentos como el tizte, el chicheme, el posol y el tibio; el tabanco para almacenar granos; la troje, para guardar el maíz en tusa todavía; el yagual que es como la pequeña alacena en donde se guardan los fiambres, las cuajadas, los maduros y la sesina.

Utilidad:

En cuarto lugar, una condición específica para que algo de que se hable, sea Folklore, es la propiedad de que sea absolutamente necesaria en el medio y que siga usándose y que mantenga esa necesidad de imprescindible, aunque haya sufrido algunos cambios.  Lo que antaño se hizo, fue por mera necesidad, no por azar o capricho, sino que la utilidad en el medio lo justificaba.  Ejemplo: el pocillo, la olla, la nimbuera, los guacales, las jícaras; que fueron recipientes y utensilios utilitarios, como el petate y la estera.  Han cambiado en su manufactura, su materia prima y su laboreo, colorido, etc., pero para el pueblo sigue siendo de imperiosa utilidad.

Institucionalidad:

Como quinta condición, todas estas manifestaciones populares, no deben ser sin embargo institucionalizadas.  No han de tener escuela propia.  Son cosas que no se aprenden con rigor de moldes y no son exclusivas, ni de un solo patrón.  Todas ellas tienen su espontaneidad, aunque guardan y conservan la tradición (pp.  28-31)


Retomando el propósito de la investigación se expondrá ampliamente el folklore literario o nombrado por el folklorista José Ramírez Sáizar como folklore poético.

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